martes, 28 de febrero de 2012

¡VAYA INVENTOS!



Jugando a inventores hemos realizado algunas cositas, así nos han quedado:



                                          YOGUR MOVIL


                                          HORNO SOLAR


                                          LABERINTO BOLA


                                            ROBOT

MÁQUINAS E INVENTOS



¿Has pensado alguna vez qué sería de nosotros sin muchos de los aparatos, máquinas, herramientas, … que utilizamos a lo largo de nuestra vida?
¿Cómo viviríamos sin la electricidad, la televisión, los automóviles, los equipos informáticos, las herramientas de trabajo, los electrodomésticos, los utensilios caseros?...
¿Es posible un mundo sin esos inventos o avances tecnológicos?
¿Seremos capaces de seguir inventando nuevas máquinas que nos faciliten el trabajo?
¿Se utilizan bien siempre esos avances?

Vamos a conocer algunas ideas de cómo son las máquinas, el uso que hacemos de ellas y la importancia que tienen en nuestra vida diaria. Descubriremos como desde siempre, el ser humano ha buscado nuevos inventos y máquinas que nos faciliten la vida.
La mayoría de esos descubrimientos han supuesto importantes avances y profundos cambios en la historia de la humanidad.
Muchos hombres y mujeres han contribuido a ello. Conoceremos a algunos

También vamos a reflexionar sobre los aparatos, herramientas, etc. que tenemos en nuestras casas, analizaremos cómo es su funcionamiento, si son útiles o no, y cómo pueden reciclarse cuando ya no nos sirvan.
Por último, haremos un intento de
jugar a inventores.

 Nos divertimos




                            INVENTOS

                                                   


Casi todos los días se inventa algo. Por eso, hacer una lista de inventos es casi imposible. Sin embargo, podemos hablar de algunos que son muy interesantes. Sobre todo, de aquéllos que han cambiado y mejorado nuestra forma de vivir.
¿Estás listo? Bien, a la una..., a las dos... y a las...
Antes de la máquina de vapor, los grandes esfuerzos se hacían a puro músculo, utilizando la fuerza de las personas o de los animales.
Así se movían los carros y las embarcaciones, así se araban los campos para el cultivo, y así se hacían funcionar rudimentarios mecanismos.






Con la máquina a vapor se produce toda una revolución en la industria. Gracias a este descubrimiento, pudieron inventarse motores capaces de mover, a una considerable velocidad, vehículos muy pesados. Así nacieron inventos tan espectaculares como los primeros buques, trenes y automóviles, todos impulsados por la fuerza del vapor.


Bastó que a alguien se le ocurriera incorporar este sistema a los vehículos conocidos... ¡y ya! Es que, siempre, de un buen invento nacen otros.
En la actualidad, el buque a vapor puede parecerte una verdadera antigüedad. Es cierto. Pero piensa en lo que debe haber significado para tus tatarabuelos: los viajes se hicieron más rápidos, el transporte de pasajeros y de mercancías se volvió más fácil y cómodo. Como consecuencia, todos los mares se llenaron de barcos.





¿Y qué te parece la locomotora de vapor? De no haber sido por este invento, no se habría desarrollado el transporte ferroviario... y todavía seguiríamos viajando en carretas o diligencias. Claro, que las primeras locomotoras a vapor no eran muy veloces que digamos. Imagínate: apenas corrían a... ¡seis kilómetros por hora!



En cambio, hoy día, existen trenes capaces de desarrollar una velocidad de más de 200 kilómetros por hora, llevando pasajeros y carga de norte a sur y de este a oeste.


Pero esto se debe a otro descubrimiento: la electricidad. Y gracias a esta fuerza existen actualmente los ferrocarriles eléctricos y el tren subterráneo.




La electricidad es un fenómeno natural; pero amaestrarla fue asunto de inventores. Uno de los primeros aparatos eléctricos fue la botella de Leyden, que era un condensador y medidor de cargas. Como en esos tiempos la gente no entendía nada de electricidad, usaban la botella como juguete para darse "toques" con ella.

Sin embargo, algunos inventores sospecharon que en esa botella "había gato encerrado". La estudiaron cuidadosamente, y de ese modo conocieron los principios de la electricidad. De allí nacieron inventos de todas clases y ciencias como la electrónica.
Por la electricidad se inventó el telégrafo y los telegramas, y dejaron en paz a las palomas mensajeras.
Antes, costaba muchísimo enterarse de lo que sucedía en otras partes. Una gran noticia se conocía después de semanas o meses de producida. Luego, con el telégrafo, se pudieron transmitir mensajes a larga distancia, a través de hilos, con un "lenguaje eléctrico" de puntos y rayas que se llama Código Morse.
¡Milagro, milagro!, gritaron estupefactos los que oyeron por primera vez la voz humana transmitida a distancia. Y no era un milagro: era, ni más ni menos, que el señor Teléfono, ese aparato que hoy está hasta en las esquinas. Aunque te parezca raro, los teléfonos son bastante sencillos.


Funcionan con una bobina de cobre, un imán e hilos conductores. Desde que lo inventaron, la gente incorporó otra frase a su vocabulario: "Llámame por teléfono".


Muchos inventores pensaban en lo bueno que sería poder transmitir los mensajes sin necesidad de hilos. Además, en ciertos casos, los hilos no servían. Por ejemplo, ¿cómo comunicarse con un barco en alta mar? ¡Ni modo de arrastrar los hilos! Así, experimentando con las ondas electromagnéticas, se llegó a la radiotelegrafía a través de ondas, sin hilos. Y de pilón, al radio.

Pero los inventores nunca se duermen en sus laureles. Al poco tiempo de inventar el radio, se dijeron: "Si ya podemos transmitir la voz a distancia, ¿por qué no las imágenes?" Y así nació la televisión. Al principio, los televisores no daban imágenes muy claras. Con el tiempo el invento se mejoró y la televisión se extendió por el planeta.


Por supuesto, los primeros automóviles que funcionaron con máquinas a vapor eran vehículos lentos y pesados. Pero, a pesar de estas desventajas, hubo "camiones" de pasajeros de ese tipo. Seguramente, tú has visto cómo eran los viejos modelos de automóviles y cómo han evolucionado. En otros tiempos, en ciertos países, los automovilistas no podían circular si delante de ellos no iba un hombre con banderas rojas anunciando su paso. Y eso que apenas corrían a cinco kilómetros por hora. ¿Qué te parece?
Para conquistar los cielos, los inventores han trabajado duro. Los primeros artefactos voladores tripulados fueron globos llenos de aire caliente o hidrógeno.


Más tarde, se mejoró la idea y aparecieron los dirigibles o "zepelines", que eran enormes globos, con una máquina de vapor y una hélice. A principios de este siglo, la gente adinerada viajaba en esas extrañas naves.





Y así, llegamos al avión. Gracias a una ciencia que es la aerodinámica, se pudo estudiar la forma de hacer que un cuerpo, más pesado que el aire, volara como un pájaro. De esta manera conocimos los aviones. Luego, ya sabes lo que pasó: vuelos trasatlánticos, aviones supersónicos, y el extraordinario "Concorde".
La historia de los inventos es también la historia de hombre, el único que ha logrado modificar las condiciones del medio natural.
La historia de los inventos no tiene nacionalidad. En distintas partes de la Tierra diferentes pueblos encontraron soluciones iguales o semejantes.
Hombres, pequeños grupos de incansables hombres y mujeres, seguidos por sus niños, andaban por los bosques, por las llanuras y los desiertos y, en fin por el inmenso mundo, en busca de algo qué comer, de agua para aliviar la sed, de un lugar seguro para descansar.
Los primeros hombres enfrentaron a cada momento peligros muy serios. Fieras salvajes, erupciones volcánicas, tempestades, heladas y sequías los ponían a prueba. Nada estaba hecho; sobrevivir era una hazaña.
Sus manos se armaron de piedras, huesos y garrotes, y los animales comenzaron a perder la partida.


Después de años de trabajo estos hombres llegaron a construir ingeniosas trampas y a fabricar herramientas más eficaces.


Piedra sobre piedra tallaron puntas de flecha, punzones, raspadores y hachas.

Con paciencia y habilidad afilaron huesos y conchas para convertirlos en los primeros anzuelos, arpones y agujas.
Con ramas, lianas y pastos tejieron las primeras redes y cestas.
En el principio el fuego era de los dioses.
Según se creía, ellos ponían en erupción los volcanes, hacían caer rayos y quemaban los bosques.
Alguna vez, un hombre robó para sí un poco de fuego, pero le resultó muy difícil mantener una hoguera encendida.
Quizá al afilar algún instrumento, descubrió que podía producir chispas.
Probó y seleccionó piedras una y otra vez hasta que, al golpearlas, hizo saltar más chispas, y con ellas encendió el primer fuego.
Entonces el fuego fue de los hombres. Y sus formas de vida empezaron a cambiar.
Al abrigo de la luz de las llamas, pintó maravillosas escenas de caza en las paredes de oscuras cuevas
Empezó a cocer y a asar su comida. Nadie sabe si lo logró por casualidad, pero el caso es que su dieta se hizo más sabrosa y sana.
Nadie sabe tampoco cuáles fueron los pasos que se dieron hasta descubrir que el barro cocido se vuelve duro, resistente.
Quizá al estar cerca del fuego, algunos cestos enlodados se cocieron y sirvieron después como recipientes.
Los cazadores errantes seguramente volvían a lugares en que ya habían estado. Probablemente, en alguno de esos regresos, notaron que las semillas que habían tirado en sus basureros a la entrada de las cuevas, o a un lado de sus campamentos, habían germinado y producido nuevas plantas.
Pero, pasaron varios siglos antes de que, intencionalmente, guardaran semillas para plantarlas después.
Dedicados ya a la agricultura inventaron el arado y el azadón de piedra y madera para aflojar la tierra.
En ciertas regiones utilizaron un palo puntiagudo, endurecido al fuego, para agujerear antes de sembrar.
Construyeron los primeros sistemas rudimentarios de riego, que fueron tan importantes como sus primeras casas.
Estudiaron los astros. Y descubrieron el cambio periódico de las estaciones y así empezaron a calcular las épocas más adecuadas para la siembra y la cosecha.
Una vez establecidos, comenzaron a criar animales para comérselos.
Mientras tanto otros hombres, los de las tribus de pastores, continuaron viajando por las llanuras, o las montañas, para alimentar y cuidar a sus rebaños.
Ya no les fue tan necesario alejarse en busca de alimento, ni tenían que afrontar siempre los peligros de la caza.
Sembraron cereales como trigo, cebada, mijo, maíz. Y plantas no comestibles como el algodón, el lino, el maguey, muy útiles porque sus fibras les sirvieron para hilar y tejer.
Los agricultores sustituyeron al hombre por los animales en el duro trabajo de jalar el arado.
Inventaron el huso para hilar la pelambre de algunos animales, y el telar para tejer fibras. Desde ese momento ya no dependieron solamente de las pieles para cubrirse.
Construyeron viviendas y trojes más sólidas usando los materiales que tenían a su alrededor: madera, piedras, palmas, cañas.
Puliendo piedras duras, hicieron hachas, cuchillos y raspadores más filosos.
Así comenzó la vida en sociedad. Fortificaron las aldeas con bardas de piedras muy pesadas. Es bastante probable que descubrieran la ventaja de acarrearlas sobre troncos.
Este fue el principio de la rueda. De ahí inventaron el torno para la cerámica.
Ahuecaron troncos que fueron sus primeras canoas. Construyeron toscos trineos para cruzar las nieves
... y después de varios siglos, rudos carros de dos ruedas de madera maciza.
Mientras tanto, los agricultores llegaron a cosechar más granos de los que necesitaban e inventaron la manera de contarlos. El mercado fue el centro de reunión.
Hacían trueque de granos por mantas, o frutos por bellas plumas, animales por hachas, cuchillos o jade.
Con el crecimiento de las aldeas, el desarrollo del comercio y las técnicas de guerra, se modificaron totalmente las relaciones entre los hombres.
La cerbatana, el arco y la flecha, que inicialmente servían para alcanzar animales distantes, luego se usaron en combates.
Desde entonces, unos hombres se aprovecharon de otros dominándolos por la fuerza. Los poderosos se apropiaron de las mejores tierras. Así se originó la propiedad privada. Los vencidos en los combates, fueron convertidos en esclavos. Los ganadores, para hacerse más ricos y más poderosos, los obligaban a trabajar a su servicio. A partir de estos hechos la historia de los inventos, es decir, la historia de los hombres, se fue haciendo más compleja y se llenó de penurias.
Desde siempre los hombres desarrollaron formas de comunicación. Bailaban y cantaban. Con gestos, sonidos y señales inventaron todo un lenguaje. Los cazadores hacían señales especiales para identificar animales o para prevenir la amenaza de serios peligros. En las cuevas pintaron lo que sabían y sentían de la caza. Luego tallaron en hueso, madera, piedra, cornamentas o barro aquellos sucesos que deseaban recordar o contar.
Finalmente inventaron la escritura, la mejor forma de decir sus cosas sin necesidad de hablar.
A todo lo que sucedió antes de la invención de la escritura se le llama prehistoria, y a lo que aconteció a partir de la escritura, historia.
Estos importantes inventos, realizados en épocas tan lejanas, son la base de los actuales. Piensa y descubre cuántos de ellos utilizas día tras día.
 


Texto: Rodrigo Quijada
Ilustración: José Palomo

2 comentarios:

  1. ¡Que interesante este tema de los inventos! Además, la seño Mariana no lo podía poner más claro para que aprendan tanto los niños y niñas como nosotros los mayores. Un besazo

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  2. Me parece muy interesante esta entrada, ¿Van a experimentar los niños?

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